Un grupo de balanceadores honestos y emprendedores, decidieron agruparse para encarar una acción común, fundamentada en el respeto hacia todas las personas, que posibilitara no sólo el desempeño de su propia actividad con honestidad y decencia; si no también que regulara las transferencias de fondo de comercio en un marco de respeto y de equilibrio para los derechos de todos.
Modestamente, fijando su sede en la calle Tucumán 2038 de esta Capital domicilio particular del pionero antes nombrado, comenzó a desenvolverse con pujanza y determinismo y una absoluta conciencia de la importancia de su cometido.
Las instituciones son como los seres humanos, nacen, se desarrollan y mantienen su grandeza y vitalidad, conforme a su conducta y honestidad.